domingo, 12 de abril de 2020


MEXICO Y COVID-19
Teniendo como modelo la opinión del editor de la revista científica The Lancet, concluimos lo siguiente:
Las políticas de austeridad en nuestro país, acabaron con la ambición y compromiso por parte de los gobiernos de proteger a sus ciudadanos, y se sometieron a peleas políticas entre el gobierno federal y los gobiernos estatales.
El objetivo político fue disminuir el rol del Estado, en donde observamos, que tuviera menor capacidad de intervención: el resultado fue dejar al país herido de gravedad, es decir nuestro sistema de seguridad social siempre ha sido deficiente, y aunado a esto todos los lastres de mafias internas ya sea de manera sindical o política.
La respuesta del estado mexicano, al Sars-CoV-2 es el mayor fracaso de la política científica y de estado de nuestra generación.
Las señales siempre han estado ahí; Tendrá en 1994, Nipa en 1998, Saris in 2003, Mes en 2012 y Ébola en 2014; todas esas grandes epidemias que afectaron a los humanos fueron causadas por virus que nacen en los animales y luego saltan al ser humano.
Pocos de nosotros tenemos la experiencia de una pandemia y todos tenemos parte de culpa por haber ignorado información que no refleja nuestra propia experiencia del mundo, como hemos visto las catástrofes ponen de manifiesto la debilidad de la memoria humana.
El primer deber de un gobierno mexicano es proteger a sus ciudadanos. Los riesgos de una pandemia pueden medirse y cuantificarse.
Pero aquí observamos una desmedida herida llamada desequilibrio 10-90, pues sólo el 10% de los recursos está destinado a investigar el 90% de los problemas mundiales de la salud.
¿Qué ha pasado con toda la ciencia en México, frente a este problema?  ¿La elite de científicos mexicanos, está aportando algo de relevancia al problema de la pandemia?
Durante una crisis, es comprensible que tanto ciudadanía como políticos se conviertan en expertos.
Pero en esta ocasión, los expertos, los científicos que han modelizado y simulado futuros posibles, dieron como hechas algunas realidades que luego resultaron no ser ciertas.
En contraste, China quedó marcada por su experiencia con Sars. Cuando el gobierno se dio cuenta de que había un nuevo virus en circulación, las autoridades chinas no recomendaron el lavado de manos, ni toser con más educación o tener cuidado con el lugar en el que se tiraban los kleenex. Pusieron ciudades enteras bajo cuarentena y apagaron la economía. Como me dijo un ex secretario de salud inglés, nuestros científicos sufrieron un ataque de "sesgo cognitivo" ante el riesgo medio que supone la gripe.
Los políticos mexicanos sabían que el sistema de salud no estaba preparado. Sabían que no se habían organizado las capacidades suficientes para proveer de cuidados intensivos ante un incremento de casos y necesidades como las actuales.

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