MEXICO Y COVID-19
Teniendo como modelo la opinión del editor de la revista
científica The Lancet, concluimos lo siguiente:
Las políticas de austeridad en nuestro país, acabaron con la
ambición y compromiso por parte de los gobiernos de proteger a sus ciudadanos,
y se sometieron a peleas políticas entre el gobierno federal y los gobiernos estatales.
El objetivo político fue disminuir el rol del Estado, en donde
observamos, que tuviera menor capacidad de intervención: el resultado fue dejar
al país herido de gravedad, es decir nuestro sistema de seguridad social
siempre ha sido deficiente, y aunado a esto todos los lastres de mafias internas
ya sea de manera sindical o política.
La respuesta del estado mexicano, al Sars-CoV-2 es el mayor fracaso
de la política científica y de estado de nuestra generación.
Las señales siempre han estado ahí; Tendrá en 1994, Nipa en
1998, Saris in 2003, Mes en 2012 y Ébola en 2014; todas esas grandes epidemias
que afectaron a los humanos fueron causadas por virus que nacen en los animales
y luego saltan al ser humano.
Pocos de nosotros tenemos la experiencia de una pandemia y
todos tenemos parte de culpa por haber ignorado información que no refleja
nuestra propia experiencia del mundo, como hemos visto las catástrofes ponen de
manifiesto la debilidad de la memoria humana.
El primer deber de un gobierno mexicano es proteger a sus
ciudadanos. Los riesgos de una pandemia pueden medirse y cuantificarse.
Pero aquí observamos una desmedida herida llamada desequilibrio
10-90, pues sólo el 10% de los recursos está destinado a investigar el 90% de
los problemas mundiales de la salud.
¿Qué ha pasado con toda la ciencia en México, frente a este
problema? ¿La elite de científicos
mexicanos, está aportando algo de relevancia al problema de la pandemia?
Durante una crisis, es comprensible que tanto ciudadanía
como políticos se conviertan en expertos.
Pero en esta ocasión, los expertos, los científicos que han
modelizado y simulado futuros posibles, dieron como hechas algunas realidades que
luego resultaron no ser ciertas.
En contraste, China quedó marcada por su experiencia con Sars.
Cuando el gobierno se dio cuenta de que había un nuevo virus en circulación,
las autoridades chinas no recomendaron el lavado de manos, ni toser con más
educación o tener cuidado con el lugar en el que se tiraban los kleenex.
Pusieron ciudades enteras bajo cuarentena y apagaron la economía. Como me dijo
un ex secretario de salud inglés, nuestros científicos sufrieron un ataque de
"sesgo cognitivo" ante el riesgo medio que supone la gripe.
Los políticos mexicanos sabían que el sistema de salud no
estaba preparado. Sabían que no se habían organizado las capacidades
suficientes para proveer de cuidados intensivos ante un incremento de casos y
necesidades como las actuales.
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